BIO-NANO: POR UN FUTURO SUSTENTABLE

Autor: Lic. Claudia Bazán - Publicado: 18 de Noviembre de 2025

Un grupo de investigadores de la Facultad de Ingeniería de la UNRC combina química, biología e ingeniería para transformar materia prima de fuente renovable y/o residuos en materiales biodegradables y acercar la ciencia a la sociedad.

En los laboratorios de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Río Cuarto, un grupo de científicos decidió unir fuerzas para hacer que la ciencia salga del laboratorio y llegue a la vida cotidiana. Así nació BIO-NANO, un equipo que trabaja en el desarrollo de materiales sustentables y en la búsqueda de soluciones a problemas ambientales concretos.

“La idea era traer todo lo que aprendimos durante el doctorado y generar un grupo que unificara la química con la ingeniería”, cuenta el Dr. Diego Acevedo, investigador del CONICET y docente en la FI. El grupo buscó desde sus inicios hacer una investigación aplicada, más cercana a las necesidades reales de la sociedad de una manera interdisciplinaria.

Con el tiempo, la colaboración se amplió. Hoy en BIO-NANO trabajan ingenieros, microbiólogos y químicos, convencidos de que los grandes desafíos actuales sólo pueden resolverse abordando los problemas desde varias disciplinas. “Hoy los problemas son mucho más complejos y ya no se pueden resolver desde una sola área, hay que buscar un enfoque holístico”, explica el Dr. Pablo Cavallo, también investigador del CONICET, Ing. Químico y docente de la universidad. La Dra. Inés Yslas, Microbióloga e investigadora del CONICET, agrega un ejemplo claro: “Hacemos biopolímeros para encapsular bacterias. Para eso tenemos que entender cómo viven, cómo se alimentan, y al mismo tiempo cómo adaptar la química para que sobrevivan dentro del material”, dice Yslas, en referencia a la necesidad de trabajar de manera interdisciplinaria.

Esta articulación les permitió avanzar en proyectos que combinan ciencia y sustentabilidad. Uno de sus principales logros es la creación de biopolímeros a partir de aceites vegetales, como el de soja. “Estamos tratando de sustituir las materias primas derivadas del petróleo que se emplean para la producción de polímeros por otras que provengan de fuentes renovables”, explica Cavallo. Además, buscan que esos bioplásticos sean, a su vez, biodegradables, para reducir su impacto ambiental.

Las aplicaciones son diversas: desde materiales para descontaminar agua hasta recubrimientos o cápsulas que liberan fertilizantes de forma controlada. “Con estos sistemas, la planta aprovecha más y se evita la pérdida de nutrientes que terminan contaminando el agua y el suelo”, detalla Acevedo.

Pero BIO-NANO no solo produce ciencia: también forma personas. El grupo está integrado por investigadores de CONICET y estudiantes de doctorado, tanto de Ingeniería como de Ciencias Químicas. “Todos los viernes tenemos seminarios donde los estudiantes y doctores presentan y discuten su trabajo o trabajos científicos recientes. Es un espacio para discutir, compartir y aprender”, cuenta Acevedo en relación a la importancia de darle participación igualitaria a todos los integrantes del grupo BIO-NANO. Esa dinámica fomenta el diálogo y la libertad científica. “Nos ha pasado que becarios cambian de tema porque les interesa otra área, y eso está bien. Lo importante es que crezcan y aprendan a trabajar juntos”, destaca el investigador de CONICET.

El camino hacia la aplicación industrial no está exento de desafíos. “Pasar del laboratorio a la escala piloto es caro y complicado”, reconoce Cavallo. Un desarrollo de biopolímeros completo puede requerir “varios miles de dólares solo para iniciar pruebas industriales”, continúa. A eso se suma la necesidad de mayor articulación entre el sector público, la universidad y las empresas. “En Argentina todavía no encontramos cómo vincular esos dos mundos. Cada uno resuelve sus problemas por separado”, agrega Acevedo.

A pesar de las dificultades, el grupo mantiene el entusiasmo. Su objetivo para los próximos años es claro: seguir creciendo, fortalecer la cooperación con la industria y formar investigadores comprometidos. “Queremos equipos sólidos, éticos, que trabajen con una mirada interdisciplinaria y puedan ofrecer soluciones reales a la comunidad”, concluye la microbióloga Inés Yslas.

También expresan su agradecimiento a los miembros del BIO-NANO por su compromiso con la Facultad, su dedicación y, sobre todo, por haber hecho posible la conformación de un grupo consolidado y profundamente comprometido con sus integrantes.

Un equipo donde la ciencia y el compañerismo se entrelazan día a día, transformando el trabajo en una experiencia que se disfruta y se comparte.

Porque más allá de los proyectos, los experimentos o los resultados, lo que realmente distingue a BIO-NANO es la satisfacción de saber que cada jornada en el laboratorio representa una oportunidad para aprender, crecer y construir juntos un futuro mejor.